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Nos encontramos bajo una realidad sumamente delicada para el país. El predominio de las diferencias ideológicas y políticas están impactando en diferentes formas a la economía nacional, el abastecimiento y, sobre todo, en la fragmentación de la sociedad representada en la violencia y formas de actuar de los sectores más vulnerables de nuestras regiones. Estos escenarios en donde las entidades públicas y las empresas privadas también vienen siendo afectadas, nos hace pensar si realmente nos encontramos preparados para los cambios tan volátiles que los factores externos pueden generar.

Los cambios repentinos y agresivos por amenazas del entorno muchas veces conllevan a tomar decisiones complejas y críticas en corto tiempo, por ello las organizaciones deben mantener una sólida gestión de seguridad donde se cuente con la intervención y el involucramiento de todas las áreas que forman parte de la cadena de valor del negocio. Es fundamental tener identificados todos los procesos críticos por cada área; asimismo, las estrategias y gestiones que mantendrían la continuidad del negocio ante la materialización de alguna amenaza.

El concepto de prevención toma más fuerza con el pasar de los años; la importancia de la cultura de seguridad y de su difusión en todas las áreas de una organización, demuestra el interés en implementar mejores controles, sostenibles y adecuados a los procesos para cada tipo de escenario, independientemente, de la complejidad a la cual se encuentra expuesto. Pienso que aún nos encontramos en un proceso largo de adaptación y desarrollo de la seguridad predictiva; pero, el simple hecho de que algunas empresas han comenzado a profundizar y evidenciar gestiones de éxito es un gran paso.

Definitivamente se debe contar con un soporte adecuado y herramientas que permitan manejar estos escenarios eficientemente, tomando en cuenta que siempre se presentan nuevos contextos, modalidades y amenazas dependiendo de la exposición a dicho entorno. Mantener actualizados los análisis de riesgos o estudios de seguridad, tener un comité de crisis donde participen todas las áreas estratégicas, contar con planes de contingencia actualizados en base a las reestructuraciones organizacionales, canales de comunicación ágiles, recursos, funciones y otros; son los primeros cimientos que permitirán plantear soluciones y buenas decisiones. En este camino, independientemente de las amenazas, se debe priorizar la continuidad del negocio, donde hay que seguir promoviendo la maximización de la rentabilidad, mediante estrategias de optimización de recurso, ahorro en costos y mayores ingresos; pero, sin dejar de ser seguros, de proteger el patrimonio empresarial y, sobre todo, la integridad de nuestros colaboradores.

Siempre hay que buscar el factor positivo dentro de un escenario complejo. La volatilidad en estos tiempos es una gran oportunidad de mejora para las empresas y, sobre todo, una gran ventaja para las áreas de seguridad en presentar propuestas que ameriten alguna inversión, mejoras en los flujos de procesos, cambios o mejora de perfiles, capacitaciones y, aplicar nuevas herramientas de gestión. Si consideramos el último punto, el Enterprise Security Risk Management (ESRM) direcciona la administración de los riesgos en forma más estratégica, completa e integrada. Lamentablemente, no se está aprovechando todo su potencial, cuando el profesional de seguridad puede utilizarlo para proponer mejoras integradas, haciendo responsable a cada líder de proceso con sus respectivos equipos. En este camino, se busca ser más resilientes administrando de forma proactiva los riesgos identificados.

En el momento que las metas organizacionales se ven afectadas por el impacto generado, se comienzan a tomar atajos fomentando el desorden; por lo tanto, las buenas prácticas de seguridad pasan a un segundo plano, creando vulnerabilidades internas que pueden ser aprovechadas para beneficios propios con la participación de agentes externos. En este aspecto, es importante que los líderes sean los primeros en identificar la problemática, comunicarla adecuadamente y trabajar muy de la mano con las áreas de seguridad, buscando el respeto al proceso, controles y la mayor transparencia posible, sin generar mayores contratiempos.

Hay que buscar ser aliados estratégicos de todas las áreas, conocer los procesos y controles implementados o por implementar, participar de la toma de decisiones a nivel corporativo y siempre trabajar en equipo. En tiempos difíciles es donde más se requiere serenidad, temple en situaciones críticas, utilizar adecuadamente toda la información de fuentes confiables y dar recomendaciones mediante el previo análisis que den certidumbre a la organización.